Al parecer el siglo XXI ha recibido con puertas anchas una nueva visión de la mujer y su papel en la sociedad con todos los roles que esto implica, las mujeres de este siglo tenemos frente a nuestros ojos más puertas abiertas que nunca antes en la historia de la humanidad; hemos entrado en una etapa donde comienzan a brillar algunos frutos de igualdad que miles de mujeres cosecharon a precio de luchas, revoluciones, campañas masivas y pagaron hasta con sus propias vidas, pero aunque hemos ganado en autonomía, independencia económica y respeto profesional, aún nos quedan muchas batallas por librar en el camino hacia la igualdad.

 

Uno de los estigmas que nos separan del valor real que tiene una mujer en la sociedad es el de vernos no más allá que un objeto sexual o complaciente, siendo los medios de comunicación y la publicidad cada vez más estrictos en los estereotipos de perfección y belleza, al parecer la lucha que nos acoge en este siglo ya no es tanto la de tener derecho a que nuestra voz sea escuchada o que podamos alcanzar niveles intelectuales cada vez mayores, lo que ahora tenemos frente a nosotras es la necesidad de demostrarle al mundo que se puede ser perfecta desde el alma hacia afuera, que nuestros atributos físicos no son para un uso netamente sexual y que dentro de nosotras se encuentra un ADN de conquista que ha permanecido durante siglos, un corazón valiente que ha luchado para ser lo que no nos han dejado ser durante años, la lucha de las mujeres en el siglo XXI debe ser demostrarle al mundo que mujer es sinónimo de fuerza y seguridad, de inteligencia y bondad, de valentía y virtud, pero sobre todo de una inmensa belleza que aunque invisible, es esencial, una belleza inmarcesible que se encuentra BAJO LA PIEL.